He perdido mis ojos para siempre
al empezar a mirarme
a través de los vuestros.
Y, como me he visto a través de vuestros ojos,
he comprendido que no hay salida a la locura
y me he dejado atrapar en ella una vez más.
Y, como me he mirado desde esa forma vuestra de mirarme,
me he tenido miedo
y he huído de mí misma.
Y, como me he resignificado desde vuestras palabras,
me he declarado enferma
y he expuesto mi cadáver
a todas las agujas
para que me seden
y me desaparezcan.
Y, porque estaba desde vuestros ojos mirándome de fuera,
ha vuelto a mí esa mirada de ida,
de trastornada,
de loca,
de enferma.
Y, como vosotrxs también, he dejado de creer en mí,
en que pueda salvarme
y he sabido al futuro
como ese lugar negro
donde todo se quiebra más y más
y ya no queda nadie
que ayude a soportarlo.
Y vuestros ojos se han convertido en ese precipicio
desde el que mi cuerpo ha comprendido
que, dado que no queda otra esperanza,
el salto debe ser la única salida.
al empezar a mirarme
a través de los vuestros.
Y, como me he visto a través de vuestros ojos,
he comprendido que no hay salida a la locura
y me he dejado atrapar en ella una vez más.
Y, como me he mirado desde esa forma vuestra de mirarme,
me he tenido miedo
y he huído de mí misma.
Y, como me he resignificado desde vuestras palabras,
me he declarado enferma
y he expuesto mi cadáver
a todas las agujas
para que me seden
y me desaparezcan.
Y, porque estaba desde vuestros ojos mirándome de fuera,
ha vuelto a mí esa mirada de ida,
de trastornada,
de loca,
de enferma.
Y, como vosotrxs también, he dejado de creer en mí,
en que pueda salvarme
y he sabido al futuro
como ese lugar negro
donde todo se quiebra más y más
y ya no queda nadie
que ayude a soportarlo.
Y vuestros ojos se han convertido en ese precipicio
desde el que mi cuerpo ha comprendido
que, dado que no queda otra esperanza,
el salto debe ser la única salida.
Era Octubre del 2008. No hacía ni
medio año que mis primeros delirios habían empezado a salir a la
luz y mi pesadilla aún estaba por empezar.
Fue uno de esos momentos en los que
el pecho se te encoge tantísimo que por años que pasen todo tu
cuerpo sigue temblando igual al recordarlo.
Íbamos a la universidad y
llegando al hospital toda la calle empezó a llenarse de humo. Detrás
del cartel que rezaba "Módulo de Salud Mental" se veía el
fuego por alguna ventana. Los bomberos empezaban a llegar.
Mientras mis compañeras de clase
seguían andando, yo me quedé bloqueada y sin respiración delante
del edificio medio en llamas.
Dicen que amplifico las imágenes en mi cabeza. Donde otras
veían un poco de humo, yo veía un edificio entero
ardiendo, un montón de gritos, una familia ardiendo de dolor, un montón de dolor ardiendo. Se me
encogió absolutamente todo el cuerpo.
...
Pocos meses antes -o después, ya no
lo recuerdo a estas alturas- había visto a uno de esos presos
disfrazado de paciente dándose a la fuga. Una irónica - y afortunada - casualidad hizo
que mientras miraba embobada al hombre en camisón y chanclas
perderse corriendo a través de los coches chocase de bruces contra
el policía que se disponía a seguirlo en el momento justo para caernos y en el momento exacto también para que, tanto el uniformado como yo, perdiéramos de
vista al fugitivo al levantarnos.
...
El humo. El fuego saliendo por las
ventanas. La gente andando tranquilamente hacia sus trabajos.
Los ojos curiosos que miraban al
fuego y al apuntar arriba y ver ese letrero que explicaba "Ala
psiquiátrica" volvían la vista y seguían andando con el desdén propio de quien piensa "Puto miedo, a saber qué habrán liado esos locos"
...
Miguel Ángel Pérez, 35 años. 20 lidiando con la locura. Con el estigma de la locura. Con la
orgía indiscriminada de pastillas tras el diagnóstico de la locura. Con la pesadilla del Sistema de
Salud Mental recaída tras recaída.
"Miguel Ángel
había estado ingresado en el centro otras tres veces. "Siempre
que sospechaba que lo íbamos a llevar allí, se ponía peor",
confesaba el padre. "Aquello no es el paraíso, ¿sabes?"."
(1)
A la gente normalmente le suele dar
igual esto de que la gente se muera. Nos hemos hecho tan inmunes al
dolor ajeno que cuando vemos un accidente nos paramos, no para ver si
podemos echar un cable, si no para ponernos los dientes largos con el
jodido morbo de la situación. Queremos saber cuánta sangre, cuántos
muertos y, a ser posible, cuánto sufrimiento. Y luego nos vamos
tranquilamente a seguir la rutina orgullosxs de tener algo de lo que
hablar en el descanso del trabajo.
La muerte ajena nos importa poco, en general. Pero si
se trata de locxs, importa menos. Muchísimo menos.
Como cuando hay un incendio en un
bosque y los titulares dicen "Ningún herido hasta el momento"
mientras la letra pequeña advierte de los miles y miles de animales
que hay calcinados en todas las esquinas, cuando ese hospital estaba ardiendo la gente comentaba "Nada,
un loco que por lo visto se ha prendido fuego esta noche, pero no ha
salido nadie herido".
Nadie.
Y hay que ver cómo hay que estar de
jodido de la cabeza para hacer una locura así, tío.
"Siempre
que sospechaba que lo íbamos a llevar allí, se ponía peor",
confesaba el padre. "Aquello no es el paraíso, ¿sabes?"."
¿Qué pasaría si de
pronto cada vez que tus mayores miedos te comieran por dentro te
agarraran entre cinco, te redujeran a la fuerza, te pincharan, te
sedaran, te atarán a una puñetera cama de piernas y brazos y te dejaran ahí, abiertx de piernas y atadx de manos frente a todos tus miedos?. Un día
, y otro. Un mes y otro. Un año y otro.
"El
pasado jueves salió ardiendo el ala de psiquiatría del Virgen del
Rocío, muriendo el joven que provocó el incendio, Miguel Ángel
Pérez, que padecía una esquizofrenia paranoide que se le declaró a
los 16 años, cuando consumió una pastilla de una sustancia
estupefaciente que alguien le introdujo en una copa. Así de fácil
se puede quebrar la mente, así de fácil se puede morir.
Hoy
22 de Octubre hace tres años que mi madre entró en aquel ala del
Virgen del Rocío, una sala diáfana donde confluyen todas las
habitaciones, unos 30 enfermos hacinados, en unas condiciones humanas
y materiales demenciales. Por lo que no me alborotó la desgraciada
noticia del pasado jueves.
Tras autorizar su ingreso
involuntario el día de su 57 cumpleaños, un día sin velas que
soplar, lloré desconsoladamente como nunca más he llorado, hasta el
punto de gastar las lágrimas que en el presente he necesitado y no
han salido. En la tarde de aquel día, entré en aquella ala, donde
la realidad superó brutalmente la idea que yo tenía a raíz de la
película que protagonizó Jack Nicholson en 1975. " (2)
Un hombre que se mata acorralado,
atado, encerrado,
viviendo en un estado permanente de libertad condicional - reclusión
- libertad condicional - reclusión; un hombre que se mata después
de que le hayan matado la voz, y la esperanza de salvarse, y la
esperanza de que la existencia pueda ser algo más que pastillas y
una cárcel en la que pretenden curarte el miedo dejándote atado de
pies y manos frente a él; un hombre que se
tira de un balcón cuando una jauría de hombres armados vienen a
fusilarlo, no es un hombre que muere, no es un hombre que se
suicida.
Es un hombre al que matan.
35 años.
Cuando los antipsicóticos empezaron
a comercializarse recibieron el nombre popular entre la gente del
gremio de "lobotomizadores químicos".
20 años siendo lobotomizado. Atado.
Acallado. Torturado. 20 años con un miedo que necesitaba procesar y del que no podía hablar sin exponerse al encierro. 20 años sufriendo.
20 años siendo asesinado.
Yo
estaba frente a un edificio ardiendo que se me quedaba jodidamente
grande. Entre un hombre ardiendo y yo había un muro y un montón de
personas cuerdas a las que se-la-sudaba-todo.
Y yo me quede parada bloqueando ese
tráfico de peatones de la hora punta de la mañana. Parada.
Temblando. Llorando. Ante un dolor que se me quedaba tan tan tan tan grande.
...
Dos años después estuve conviviendo
día y noche con una mujer jodidísima por los horrores de la guerra
y por los horrores de la cárcel. Me preguntaron tantísimas veces
aquello de "¿No te da miedo dormir al lado de esa mujer cada
noche?".
...
Un hospital ardiendo.
La primera vez que entré en mi
Centro de Salud Mental. Los gritos, los empujones, el desprecio de
las mujeres y los hombres de bata a las mujeres y los hombres de
camisón y miradas perdidas. Esas miradas que están viendo más
allá.
...
"¿No te da miedo dormir al lado de esa mujer
cada noche?"
...
Un hospital ardiendo.
La primera vez que atravesé las
puertas, el paso definitivo que hacía que el mundo de los cuerdos me
dijera adiós para siempre mientras me entregaban el carnet de enferma. De
loca.
La mujer de los ojos idos que coleccionaba papeles y hablaba con los espejos y me cubría de mantas por la noche.
...
"¿No te da miedo dormir al lado de esa mujer cada noche?"
Me da miedo dormir cada noche con
una persona demasiado cuerda a mi lado.
Me da miedo dormir cada noche con una
persona que le tema a lo desconocido a mi lado.
Me da miedo dormir cada noche con una
persona que huya en el momento que me descubra por primera vez con
los ojos perdidos cuando yo también esté empezando a ver más allá.
Me da miedo dormir cada noche con una
persona que deje de creer en mí porque a veces balbucee palabras sin
sentido o porque me arrastre por el pasillo o porque hable en el
idioma de las palabras perdidas.
Me aterroriza dormir cada noche con una
persona demasiado cuerda a mi lado.
Porque esas personas son las que no
creen en ti sin las pastillas,
Porque esas personas son las que
empiezan a tenerte miedo
y dejan de escucharte, simple y
únicamente
porque no quieren saber.
Porque les aterroriza saber.
Porque
esas personas prefieren perder a lo que quieren,
prefieren perder
a quienes quieren
antes que entender su dolor.
Me dan miedo
las personas que prefieren cerrarse al dolor de los demás,
que
prefieren desaparecer un día de golpe
antes que intentar entender
que
algunas personas podemos habitar otros mundos
y hablar otros
lenguajes
y crear otras formas humanas de entendernos.
Me da miedo dormir cada noche con una
persona demasiado cuerda como para arriesgar,
demasiado cuerda
como para poder abrir su mente a otras realidades por miedo a que le
toquen demasiado y pueda descubrir que también ahí, dentro de su
cerebro, hay algo que podría parecerse a la locura.
Me da miedo dormir cada noche con una
persona
que si tiene que elegir entre la
cordura o la vida
se aferre a la cordura.
(que a fin no es
más que ese compendio de locuras aceptadas,
de locuras bien
vistas y aplaudidas,
de locuras que no rocen los límites de lo
establecido.)
...
"¿No te da miedo dormir al lado de
esa mujer cada noche?"
...
"Siempre
que sospechaba que lo íbamos a llevar allí, se ponía peor."
...
"Aquello no es el paraíso"
...
Un hospital ardiendo.
Un montón de
personas cuerdas torciendo la cabeza. Sintiendo nada. Sin sentir
absolutamente nada.
A mí me da miedo dormir cada noche al
lado de una persona que no sienta.
Me daría miedo seguir durmiendo con aquellas personas que en su momento me dijeron que se iban de mi lado porque les
daba miedo convivir con mi locura.
Aquellas que ni si quiera me
dieron la oportunidad de explicarles para que no temieran. Que ni si
quiera creyeron mis palabras, porque, al fin, ¿qué valor tienen las palabras de una loca?.
"Quiero vivir entre
gente que es consciente de que vivimos en guerra. Una guerra contra
la vida. Contra el espíritu. Quiero vivir entre gente que no se mire
a las manos ni evite tu mirada cuando hables de lucha o insurrección
porque, en el fondo, saben que han claudicado, y porque -tal vez,
sólo tal vez- nunca han odiado realmente el sistema. Entre personas
que no hayan sido compradas. Que no comieron las pastillas que les
ofrecían porque preferían luchar con su sensación de angustia
patologizada que vivir en la zona muerta. Que no fingen estar
luchando cuando es obvio que lo que están haciendo es convertir un
campo de batalla en un jardín.
Quiero estar en un lugar en
donde la guerra sea admisible."(3)
Un hombre
acorralado, maniatado, sedado, con todos sus miedos acechándole al
borde de una cama sin ninguna posibilidad de huir que no tiene otra
opción que hacerse arder hasta la muerte no es un suicida,
es un hombre al que han obligado a matarse.
Es un hombre al que han asesinado. Uno más.
(1) http://elpais.com/diario/2008/10/17/andalucia/1224195726_850215.html
(2) http://juanodo.blogspot.com.es/2008/10/madre.html
(3)
http://primeravocal.org/beyond-amnesty-texto-anonimo/